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Wednesday, February 25, 2015

Soneto de amor XCIV (94)

Aquellos que pudiendo herir, no hieren
ni hacen tampoco lo que más enseñan,
y permanecen, aun cuando conmueven, 
tan fríos e insensibles como piedras,
son justos herederos de las gracias
del cielo, que administran con mesura;
son dueños y señores de sus caras:
el resto, como mucho, los ayuda.
La flor de estilo luce en el verano
florece y se marchita por su cuenta;
mas basta que la infecte algún hierbajo
para que se resienta su nobleza:
Actuando mal se amarga lo más dulce;
no hay peor olor que el lirio que se pudre.

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