En primavera tuve que ausentarme;
abril, luciendo sus mejores galas,
sembrada juventud por todas partes
y hasta Saturno el grave retozaba.
Mas ni los cantos de las avecillas
me inspirarían cuentos de verano
ni, oliendo tantas flores coloridas,
así sus tallos para hacerme un ramo:
no me extasiaba el blanco de los lirios
ni el bermellón profundo de la rosa,
figuras que arrebatan los sentidos,
copiadas de tu molde, como todas.
Y si jugué con ellas, fue siguiendo
tu sombra, pues no estabas y era invierno.
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