No me digas jamás que he sido esquivo,
Que la ausencia mi ardor ha mitigado:
De mí mismo jamás podría apartarme
Ni de mi alma, que guardas en tu pecho,
Mi morada de amor: aunque me vaya
Siempre vuelvo a él cual peregrino,
A Tiempo y no cambiado por el Tiempo,
Y mis faltas conmigo mismo excuso.
No creas nunca, aun si me dominan
Impulsos de los débiles sentidos,
Que podría trocar por algo indigno
Tu suma de virtudes venturosas.
Pues del vasto universo nada importa
Salvo tú, rosa mía, que eres todo.
No comments:
Post a Comment