Si me amas, reprocha a la fortuna,
Diosa culpable de mis actos viles,
No brindarme sino medios vulgares
Que vulgares modales me enseñaron.
Esa marca mi nombre lleva impresa,
Y me tiñe igual que los colores
Que impregnan la tez del tintorero.
Compadéceme, ansía que yo cambie,
Mientras yo, cual un paciente dócil
Con sorbos de vinagre el mal combato:
Ninguna amargura sabrá amarga
Ni penitencia alguna rigurosa.
Compadéceme, amigo, y te aseguro.
Tu piedad bastará para curarme.
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