Tu vieja crueldad ahora me aplaca,
Y por ese dolor que sufrí entonces
De mi delito debo arrepentirme,
Pues no soy de bronce o duro acero,
Y si mi acto cruel te ha lastimado
Como el tuyo a mí, te di un infierno
Y, déspota, no me he detenido
A recordar mis propios padeceres.
La noche de pesar debió evocarme
Cuánto muerde el dolor cuando es severo,
Y pronto, igual que tú, te habría llevado
El bálsamo que sana un pecho herido.
Mas tu crimen ahora es mi fianza,
Mutuamente debemos indultarnos.
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