Mi amor
es como fiebre que delira
Por el
mal que agudiza el sufrimiento,
Nutriéndose
de cuanto el mal preserva
Por
aplacar deseos enfermizos.
Mi razón,
que en el trance me atendía,
Al ver su
prescripción no respetada
Me
abandonó, furiosa, y desespero
Pues
deseo es muerte sin remedio.
Soy
enfermo sin cura ni cordura,
Y presa
de morbosas crispaciones.
Desvarío
en palabra y pensamiento
Y en vano
la verdad me habla al oído,
Pues te he jurado bella, y mi luz clara,
Y negro infierno eres, noche oscura.
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